15 de mayo de 2011

Cenizas y más

En el post anterior os hablaba de convertir las cenizas de nuestro difunto en diamantes y hoy voy a seguir con las ellas. Estoy realmente fascinada con las alternativas e ideas que tiene la gente...

Por ejemplo, Oscar de Julián, un necro-escultor de origen colombiano que terminó sus estudios como protésico dental en Madrid, donde reside, realiza esculturas con las cenizas de los difuntos desde hace más de 20 años, inspirado en las cerámicas chinas de huesos. Oscar de Julián ha sido escultor para diversas películas del cine español, pero no sólo ha trabajado para el cine, también ha realizado más de 50 encargos familiares y las figuras del rey Don Juan Carlos y del futbolista Raúl, que se encuentran en el Museo de Cera de Madrid. Aquí podeis ver un artículo sobre él y aquí un vídeo.



Otra alternativa es la de plantar un árbol con las cenizas del difunto en cuestión. Se trata de una idea ecológica del catalán Gerard Moliné y Martí Azúa (no entraremos en el tema de la contaminación por incineración) , que entrega una urna reciclable con las cenizas, tierra y semilla.
Se comercializa a través de la empresa Limbo disseny, donde podeis encontrar diferentes modelos de urnas.


Producido y comercializado por C.I.R.E.
Bios es una urna funeraria fabricada con materiales biodegradables: cáscara de coco, turba compactada y celulosa. En su interior contiene una semilla de un árbol que se puede sustituir por otra semilla, brote o planta adecuada al lugar elegido. Cuando la urna se planta la semilla germina y comienza a crecer.
La urna Bios transforma el ritual del entierro en una regeneración y un retorno a la vida a través de la naturaleza. Los cementerios se convierten en bosques.
Copito de Nieve fue enterrado en una urna Bios el 23 de abril del 2004 y se está transformando en un árbol africano, “Calodendrum Capense”, en el zoo de Barcelona.
Diseñado en el año 1999 por Gerard Moliné.
Premio medalla ADI FAD 2002
Posteriormente en el año 2005 se desarrolla y comercializa una nueva versión por azúamoliné.Top nominated INDEX Award 2005. Premio Expohogar regalo 2005.

Por último (de momento), os dejo aquí la curiosa y también ecológica experiencia que nos plantea Matilda Wigg, en la que propone regalar un 'kit-planta' al bebé recién nacido que sus padres han de abonar con la placenta del niño (inmensamente rica en nutrientes) y cuidar mientras éste sea pequeño: 'My life urn'. Posteriormente la cuidará él mismo y la idea es que el día que fallezca, ese árbol sea plantado sobre su tumba y simbolice así su paso por la tierra. El 'kit' también incluye un pequeño diario donde apuntar los acontecimientos más importantes que ocurran durante la vida del 'usuario' en cuestión.


No estoy segura de que ésto aun esté disponible, ya que no he encontrado nada actualizado al respecto... Pero está claro que si tenemos un terrenito o jardín, e incluso en una buena maceta en un pequeño balcón, podemos realizar la versión casera de este invento... Eso, claro, si no se te olvida la placenta a más de 400 Km de casa, como fue nuestro caso.


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1 de mayo de 2011

Cenizas y diamantes

Polvo somos y en polvo nos convertiremos... y después, ¿qué? Pues después un diamante, por ejemplo.













Resulta que existe una empresa Suiza, Algordanza, capaz de transformar las cenizas de nuestros difuntos en una piedra preciosa. Sus fundadores son los suizos Veit Brimer y su socio Rinaldo Willy, dos mentes inquietas que por lo visto saben bastante de física, química y anatomía. Observando cómo aumentaba el número de incineraciones en su país, pensaron que podían ir un paso más allá y convertir esas cenizas en piedras preciosas y que ésto, con el tiempo, podría pasar a ser una tradición familiar. Su idea se lleva a cabo gracias a que en Moscú se han logrado conseguir los niveles necesarios de presión y tempertura a un precio reducido. En este caso, el elemento prioritario es la presión, no la temperatura.










El sistema, patentado por Algordanza, se basa en el proceso de obtención de diamantes sintéticos a partir del carbón. Sólo que, en el caso de la empresa suiza, se utiliza como materia prima el carbono (que es el único elemento en la composición química de un diamante) presente en las propias cenizas.

Para ello es necesario que pasen por dos fases: una primera de filtrado y limpieza de las mismas y una segunda, en la que se introducen en unas máquinas de última generación que las mantendrán durante 14-25 días a una presión de 60 atmósferas y a una temperatura de 1.500ºC. A través de este proceso de compresión, que viene realizado por una máquina que parece una nevera, se logra cristalizar el carbono.

Para que la piedra preciosa fuese pura al 100%, las cenizas deberían ser exclusivamente del cuerpo, pero hoy por hoy no es posible ya que los cadáveres se incineran con la ropa y el ataúd. A razón del boro que contengan las cenizas, nuestro diamante podrá ser completamente blanco o de color azul intenso, predominando el color ligeramente azulado en la mayoría de ellos. En la elaboración se respeta la naturaleza de las cenizas y no se le agrega color, lo que los hace siempre distintos respecto a otras cenizas. Si lo deseamos, podemos solicitar un certificado de autenticidad al Instituto Gemológico Suizo, que verifica su pureza.

Algordanza tiene sede en varios países, entre ellos España, que desde el 2004 cuenta con una tienda en Barcelona que recoge y distribuye en todo el territorio nacional.



Convertir nuestras cenizas en diamantes cuesta entre 3.000 y 10.000€. Parecidos entre sí, pero completamente diferentes a los procedentes de otras cenizas. El precio y el tiempo de producción dependen del tamaño y la calidad de la piedra. Es posible obtener varios diamantes desde 0.10 quilates. El servicio Algordanza se puede realizar en cenizas funerarias de cualquier antigüedad, en cenizas recientes y en cenizas resultado de una exhumación reciente o antigua.

La tecnología y la ciencia a veces hace cosas realmente fascinantes, a mí al menos ésto me lo parece y es una opción que mi hermano y yo estamos pensando seriamente realizar con las cenizas de nuestra madre, de las que no somos capaces de desprendernos. Existen diferentes posibilidades, encastando el diamante en una piedra o zócalo o creando una joya con ella. Yo me decanto por el anillo, que es el más difícil de perder y puedes llevarlo siempre junto a tí.


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