3 de agosto de 2008

Mi parto en casa

Anhel nació hace más de un mes. Recuerdo que cuando volví de Acuario, de parir a Abril, tardé un día en escribir el relato de nuestro parto, estaba deseando contarlo, me sentía eufórica y no quería olvidar nada. En esta ocasión me ha costado varios intentos desmotivados, pero finalmente aquí estamos.
Si he de resumir cómo han sido los nacimientos de mis hijos, diría que la cesárea de Arián estuvo presidida por el miedo y la incertidumbre. En el PVDC de Abril, reinaron varias sensaciones, sobre todo el poder, la satisfacción, la victoria, la emotividad, la sorpresa... El parto en casa de Anhel se resume con "decepción". El ha tenido un buen nacimiento y mis otros hijos una fantástica experiencia, mi marido una gran -y merecida- satisfacción personal, todo "lo que importa" está bien, sanos los dos, sin violencia obstétrica ni malos tratos. Yo me siento feliz por todo ello. Pero aun así, me siento profundamente decepcionada con mi parto. Me entristece que la gente me pregunte cómo fue y mentir con un "muy bien" o explicar cuatro pinceladas si hay confianza, que lo único que hacen es dejar en no muy buen lugar a los partos en casa. Es más fácil defenderlos si todo ha ido rodado, que es como suele (y debería, si no hay complicación) ir.

El caso es que fue un parto demasiado largo para mi gusto y demasiado intenso en su etapa final. (Tres embarazos y este último ha querido ser diferente en absolutamente todo). Aquí el factor sorpresa no existía, aquí ese "poderío" que te da un primer parto respetado, sobre todo tras una cesárea, cuando descubres esa naturaleza salvaje, mamífera y tremendamente poderosa que habita en ti no sorprende, ya la esperas. Aquí ya has hecho el camino antes, por lo que tu útero y tu vagina recuerdan cómo es parir y lo hacen aun más eficazmente. Aquí la euforia de "haberlo conseguido" ya no existe con la misma intensidad, porque ya sabes que puedes hacerlo, digan lo que digan. Y todo eso es normal y lógico que le pueda quitar algo de 'magia' al asunto. Además si algo he aprendido durante estos años de 'bagaje' por estos lares de la maternidad, es que cuanto menos esperes de un parto, mejor. Que hay que disponerlo todo para que vaya de diez pero tener presente que quizá la nota acaba más baja, que hay que dejarlo fluir, hay que dejar que su propio cauce sea quien lo dirija y que no se puede intentar planificar al detalle, porque con bastante probabilidad, no saldrá como esperabas. Así que mis expectativas eran bastante escasas: ninguna, salvo que fuese sin complicaciones y una buena atención que facilitase el proceso. El resto estaba todo atado como para no dar problemas, y yo me sentía segura y apoyada por mi marido. ¿Qué podía fallar?

Inicialmente, iban a ser dos comadronas las que nos atendiesen, V y S. Nos gustaba bastante el equipo que formaban, porque V era como la que 'dejaba fluir' (su frase: "tú confía", para todo), y S era la que redirigía las visitas hacia nuestras necesidades, hacia nuestras inquietudes, hacia el proceso. Aunque escogimos a V y S venía como compañera, luego fue S la que nos dio más seguridad en las visitas posteriores, previas al parto. Digamos que V era más espiritual y S era más sensata. Pero el día en que me puse de parto, S cogía vacaciones y en su lugar vino N, una de las matronas de 'la otra' pareja que trabaja con V y S, que nos habían presentado en la última visita por si 'había una emergencia'.Me hubiese gustado saber que S tenía vacaciones cercanas a mi FPP, la verdad. N parecía muy maja, pero apenas había hablado con ella.

En una de las visitas preparto, le expliqué a V y a S lo importante que era para mí conseguir que funcionase la lactancia. Les expliqué que Abril había tenido un frenillo no diagnosticado que dio muchos problemas. Me llegaron a preguntar qué me preocupaba del parto y les contesté "que funcione la LM", y V respondió que por eso no sufriese porque ellas de lactancia 'sabían bien'.
Les comenté que si en el parto de Abril me hubiesen ofrecido llenarme la bañera, habría dicho que si. Pero que no tuve fuerzas para pedirla, así que les dije que me la ofrecieran en la dilatación, por si me apetecía meterme.
También en uno de esos encuentros previos nos dieron una lista con todo lo que había que preparar, que prudente y meticulosamente dejé listo semanas antes del parto, y que mi marido bajó al comedor antes de que llegaran las matronas el día del parto.
En la última visita previa al parto, ofrecimos la buhardilla a las matronas por si se daba el caso de que la cosa se alargaba u ocurría durante la noche y necesitaban descansar alguna de ellas, ya que tiene un sofá-cama amplio y cómodo.
S me preguntó qué esperaba de mi parto, del papel de las matronas, del de mi marido, del de Anna: A mi marido, mi apoyo. A Anna, que se encargase de mis niños. A ellas, que fuesen espectadoras de mi parto, vigilando que todo transcurría bien.

Pasé una semana en pódromos. Que si contracciones molestas, que si tapón, que si dolorcillo de regla... Finalmente, el día 24 de junio, sobre las 22h, estuve segura de que el parto, por fin, había comenzado. Nuestro bebé nacería con toda probabilidad el día 25 de junio, así que Héctor avisó en el trabajo y comenzó a dejar preparadas todas las cosas de la lista "Hacer el día del parto", y yo avisé a V y Anna (nuestra 'doulacanguro', contratada para acompañar a los niños) de que aquello parecía que por fin había comenzado, para que estuviesen preparadas por si las llamaba. Eran contracciones de parto, pero de las que se llevan sin problema, así que pretendí irme a la cama... pero aunque se soportaban sin complicación, no eran tan livianas como para quedarme frita, así que al final a la 1 am me levanté de la cama y anoté su frecuencia, que era algo irregular pero más o menos cada 10-15 minutos. A las 3am ya eran cada 5-10 minutos, seguían siendo irregulares y soportables y aun quedaba trabajo por delante, así que en la oscuridad y el fresquito de la noche seguí con mi trabajo a solas, creyendo que Anhel nacería por la mañana. A las 5 am subieron en intensidad, a las 5:30 se fueron acortando en tiempo y finalmente a las 06:30, tras 6 u 8 contracciones cada 2 minutos que me alarmaron un poco (¿qué había pasado?¡nuestra matrona tenía algo más de una hora de camino!), llamamos a V para que viniese a casa y le envié un whatsapp a Anna diciéndole que cuando se levantase se viniera para casa, sin prisa porque los niños dormían.

Comenzó a amanecer... y con cada rayo de luz que entraba en el comedor, mis contracciones se espaciaban. Dejaron de ser cada 2 minutos, pasaron a ser cada 5, cada 10... y cuando llegó V, sobre las 08:30, ya eran cada 15 minutos. Mi parto no se había parado, pero la luz había espantado a la osa que llevo dentro y me lo había relentizado. V esperó a que llegara N y se fueron a almorzar para ver si se animaba otra vez, pero cuando volvieron dos horas después (llamaron a Héctor antes por si tenían que regresar antes) seguía igual. V comenzó a decir que quizá se iban y volvían más tarde, que yo cómo lo veía. Yo le contesté que no sabía qué decirle, que en ese momento no las necesitaba, que no sabía si cuando se animase de nuevo iría rápido o no, y que tampoco sabía decir si sería en breve o tardaría mucho. Ella me preguntó cómo me sentía más segura yo, contesté lo mismo y que lo único que me preocupaba era que después no llegaran a tiempo. Le preguntaron a Héctor, que dijo que por él, mejor se quedaban.
Llegó Anna, escuchamos a Anhel...


V me hizo reflexologia en los pies, con aceites esenciales, en la habitación, a oscuras... (no sabía yo que la reflexología podía doler así), pero me relajé y al rato bajé abajo.
Mis contracciones seguían sin ser regulares, de nuevo la duda de si se iban o no. Pensé en esos partos que cuelgan las de "Néixer a casa", donde se tiran 48 y hasta 72 horas en casa de la familia... ¡estaba claro que no iba a ser mi caso! No entendía tanto empeño por irse, aunque V no hacía más que decir, después de que se iban a ir, que a ella le daba igual quedarse. Y yo me preguntaba por qué si el parto no se había parado y ella tenía más de una hora de camino, no dejaba estar el tema y se quedaban sin más.  Le dije que por la comida no se preocupase, que habíamos contado con ellas y había canelones para todos!

Sobre las 12h decidieron que se iban, pero las contracciones aumentaron en intensidad, el dolorcito ya comenzaba a molestar. Seguían irregulares, pero algunas venían más seguidas. Cada vez que cogían la maleta para irse, mi cuerpo las paraba con otra contracción fuerte. No les quedó más remedio que quedarse, así que se subieron a la buhardilla 'para no interferir y eliminar factores externos'. Héctor ya no se separó de mí y puso velas y música, bajó las persianas para hacerme una cuevita y estuvo a mi lado en todo momento.
Las matronas bajaron alguna vez para ver cómo iba, yo tenía gana, así que comí fruta y frutos secos y fui bebiendo zumos y agua que me traía... todo el mundo. Sobre las 15h estuvieron listos los canelones que habíamos descongelado, pero yo ya no tenía hambre, las contracciones eran ya muy dolorosas y fui probando diferentes sitios para encajarlas: en la pelota, en el sofá, en la mecedora... recuerdo sentir que me daba la mano Arián una de las veces, entre contracciones.

V y N se quedaron conmigo para que Héctor pudiera comer con los niños y Anna, luego fueron a comer ellas y después volvieron a la buhardilla.
Cuando venía la contracción no estaba cómoda en ningún sitio, me tenía que incorporar siempre, me arrepentí de no haber dejado a Héctor agujerear la pared para colgarme un fular del que poderme colgar en el parto. Finalmente sentada en la pelota y agarrada al piano me quedé, con Héctor al lado.
Héctor se ofreció como apoyo, me masajeó las lumbares, grabó con la cámara algún trocito... Yo necesitaba sentirlo conmigo con cada contracción, no le dejaba irse lejos, lo llamaba cuando comenzaba una nueva si él no la había visto venir solo y ya lo tenía allí, disponible para mí. Tuvimos un vínculo y una complicidad absolutos. El sabe que lo hizo bien, pero no sabe hasta qué punto fue importante para mí.
Sentía que entraban a veces los niños, con Anna, sin molestar, y de igual manera que se iban. A veces sentía sus risas fuera, en la terraza.

Estaba muy cansada, la noche sin dormir comenzaba a pasar factura y cabeceaba entre contracción y contracción. Ya eran muy potentes, "la piscina no me vendría mal", -pensé-.

Pasadas las 17h tuve la primera contracción de expulsivo: una contracción larga como no había tenido jamás, ni con Arián ni con Abril. Cuando se suponía que debía comenzar a bajar de intensidad, -y ya le había concedido el tiempo de una contracción de las más duras-, mi cuerpo apretó por primera vez y la contracción continuó y continuó, noté que los ojos se me iban hacia arriba y que llevaba una endorfinada encima como la copa de un pino. Aquella contracción tan larga me hizo pensar: "¿dónde demonios están las comadronas? Hacía muchísimo que no las sentía por allí... ¡Anda que hago una rotura uterina y aquí no se entera ni dios!"  Pero algo más poderoso me sacó de esas tonterías: la cabeza de mi hijo que comenzaba a atravesarme. "¡Guau! ¡La de Abril no la había notado así!" Y bajaba, y bajaba, en aquella contracción interminable.
La siguiente fue igual, otra contracción bestial, que en medio de aquel rugido que me salía de las entrañas más profundas de mi ser, me hacía abrir la mandíbula como si la tuviese que desencajar. Recordé a Enrique, en el parto de Abril, diciéndome que hiciese la fuerza por abajo en lugar de por arriba, así que dejé mi mandíbula desencajada y ahogaba en el silencio el rugido que me tragaba para ayudar a mi bebé a seguir bajando. Y mi hijo bajaba, y bajaba, y seguía bajando en otra contracción que parecía no tener fin. Recordé de nuevo a Enrique, cuando me apretaba en el muslo para recordarme que tenía que respirar. [Respira, Mireia, dale aire a Anhel, vamos, no estás respirando, respìra!!!]. Y como podía hacía respiraciones rápidas que le aportaran oxígeno, porque no podía respirar de otra forma en medio de aquellas contracciones. Me refugiaba en mi marido en todo momento, lo necesitaba allí, le agarraba, él paría conmigo. (Si, yo, la anti "estamos embarazados" diciendo que mi marido paría conmigo. Si. Los dos parimos a este bebé).
[¡Las comadronas! ¿Pero dónde coño estaban, es que no me oían? ¡Quería la bañera y como no bajaran YA iba a parir en el sofá, necesitaba el agua para atenuar aquel dolor! Mierda, había que hablar :]
-Héctor, llámalas, quiero la bañera.

Habían comenzado a bajar las escaleras. O lo habían escuchado subir. Se pusieron a nuestro lado a ver cómo iba el asunto. Otra contracción, ellas mirando, rompo aguas a mitad de contracción, pero no sale el agua "plof", sino taponada por la cabeza de Anhel, a presión por mi pujo, y extrañada sin saber bien qué era, digo que creo que me he hecho pis. Y baja, y baja, y baja su cabeza, y yo me abro más y más mientras me atraviesa ¿Cómo podían ser tan largas las malditas contracciones? ¡No me daban tregua, aquel expulsivo no se parecía en nada al de Abril!.
"¡El agua!" -pedí de nuevo-. [¿Pero es que nadie se da cuenta de que estoy a punto de parir? Ahora no os quiero mirando, ¡os necesito llenando la piscina, haber mirado antes, joder!] Comencé a pensar en cómo iba a cogerlo, sentada en el sofá, porque a ese paso era allí donde iba a nacer mi bebé. ¿Pero por qué tenía que estar pensando tanto? Necesitaba dejarme llevar, entrar en el 'planeta parto' y no había manera... Jolín, no me molaba nada todo aquello...
De nuevo 'me fui' hasta Acuario y recordé a Carmen, la matrona de guardia, mi 'punto negativo' en el nacimiento de Abril, cuando vino a la habitación y me vio en completa comenzó a decir nerviosa: "me teníais que haber avisado antes, que esto es una cesárea previa, ¡que es una cesárea previa!", y recuerdo que pensé, sentada en la silla de ruedas importándome un pimiento si me veía en pelotas la clínica entera: "¿No me jodas que tengo cesárea previa...? ¡Y yo que creía que había venido hasta aquí para no escuchar estas tonterías!...". Pues eso pensé, pero en este caso era: "¿Esto vale 1800€? ¿Para esto estoy pariendo en casa?"

Por fin traen la piscina y me dicen que van a hacer un poco de ruido hinchándola, que si me quiero ir a otro sitio. Yo pienso 'venga, vamos al baño', pero mi cuerpo no me acompaña. "Venga, vamos, allí sentada en el wc no estarás mal...". Pero mi cuerpo sigue sin responder. Niego con la cabeza, no me muevo. No puedo. Está a punto de llegar otra contracción. Y entonces comienzan a hinchar la piscina, con un hinchador de esos eléctricos que hace el ruido de cien aviones juntos. [¡Joder!!! ¿Pero qué haces???¡Apaga ese ruido del demonio, que estoy empujando!].
-¡Fuera!!!", -les gruñí como pude-. "-¡Hínchala fuera y éntrala rodando por la puerta!".
En mi mente, reclamo mi planeta parto. [¿Pero por qué tengo que estar pendiente de estas mierdas? ¡No entiendo nada!]
Otra contracción, la piscina sigue sin estar lista. Vuelvo a "hacerme pis" al empujar. V me dice que "con bragas no se puede parir", y me las quita.
-¿Ya?, -pregunté un par de veces, desesperada.

Finalmente, cercanas las 18h, la piscina está llena. [WOOOOOOOOOOOOOOOOW... Habría estado genial tenerla hace dos horas!. Qué bien, qué bien, qué alivio, qué gusto... A-DO-RO-EL-AGUA!!!]

Una o dos contracciones mas en el agua. Tengo una calor que me muero, estoy sudando de lo lindo, han apagado el ventilador para cuando nazca el bebé y yo me estoy asfixiando (mientras él nace, a mí que me zurzan... ¡creía que ahora importaba yo!). Suerte que N me abanica porque estoy sofocadísima y una vez que la pobre se detiene le digo: "¡no pares!" (Gracias, N, por darme aire!)
Siento a los niños, Anna les explica lo que pasa.
Siguiente contracción. Cuando acaba, pregunto si ya se le ve, (me gustaría verle la cabecita con el espejo, pienso). V me dice que aun no, que aun falta un poco, así que Anna se lleva a los niños. Yo me extraño, porque lo he sentido ya abajo, creía que no había salido porque me abrasaba y he dejado de empujar en el final de la contracción y por eso no 'lo he dejado salir', pero parece que no.
En el agua mi cuerpo me deja descansar, un poco de tregua antes de la siguiente:
Tacháaan! Corono a Anhel. Cuando Héctor se da cuenta y va a coger la cámara, piensa que si lo graba, los niños no ven nacer a su hermano... así que se va a por los niños. Una contracción más, aprieto con todas mis fuerzas, y sale la cabecita entera. Anhel la mueve a un lado y a otro mientras aun está dentro de mí.
Siento que Héctor dice "¡mira cómo se mueve...!" y se emociona.
Siguiente contracción, oigo a V que me dice "despacito, despacito", así que creo que es para que no me desgarre y dejo que en la última contracción mi cuerpo, casi sin mi ayuda, saque a mi bebé. [Pensé que no sería capaz, pero mira, lo estoy haciendo, ¡no empujo!: ojalá así no me desgarre] Pero cuando sale noto que ya hay algo roto por ahí. Vaya. No me había dicho lo de despacito para evitar nada...


¡Flop! En una pequeña sacudida, de un lado y de otro, Anhel va al agua. Y lo cojo, precioso, no llora nada. Son las 18:30h.
Oigo a los niños, pero no se qué dicen. Le echo agua por encima para que no se enfríe, lo acaricio, lo miro, lloro. Busco a Héctor, a mi hombre, a mi punto de apoyo, a mi TODO; [Hemos parido, amor. Gracias por ayudarme] Le pido que me bese, toda mi gratitud va en ese beso, que es mucha. Me dirijo a mis niños, pero no recuerdo qué les digo, me recuerdo emocionada.
Miran el cordón, perfecto, bonito, latiente. Lo tocan todos, incluidos mis niños, y lo admiran. Nos quedamos un rato en la bañera y alguien me echa una toalla encima para tapar a Anhel. Había una montaña de toallas preparadas justo al lado. Pero cuando la voy a coger para taparlo... ¡arg! ¡Qué tiricia me da! Es la manta de 2x2m del sofá!. "-¡Esto es la manta!" -les digo, sacándola empapada.
En el agua, le susurro su nana a mi niño. Llevo el camisón puesto, ni me lo había quitado en mi desesperación por meterme en el agua, pero Anhel está tan tranquilo y mirándolo todo, que pienso que mejor le doy de mamar fuera, seca.

No se cuánto tiempo después, salgo del agua y me siento, con ayuda, en el sofá. V me dice que si tengo ganas de empujar, empuje, aunque me moleste, que tiene que salir la placenta. Pasado un rato, el cordón deja de latir y empujo (si, duele, tampoco lo recordaba con Abril así) y noto con alivio cómo sale la placenta. Oh, ahora si está todo mejor, ahora sí siento alivio por fin. Cortan el cordón entre los tres, Héctor y los niños.


Me dice V que me tumbe hasta que me mire, pero le digo que quiero amamantarlo y me dice que lo haga tumbada. Pretende que el niño se agarre de forma espontánea pero no puedo, tengo el pecho demasiado grande, se me va hacia el lado. El bebé no se puede agarrar así y yo me siento violentísima ante su empeño de dirigir sin éxito unos pechos enormes que no se mantienen arriba para que mi niño pueda reptar hasta ellos.

Permanecemos mucho rato así, piel con piel, yo miro a mi niño hermoso. Pienso que no tengo una sensación bonita, pero que él es precioso y que por fin se ha acabado. Tiene un ojito cerrado, parece que se ha hecho un poco de daño con la uñita o algo. Se me hace pis encima. No lleva nada, estamos completamente desnudos bajo las toallas.


V va y viene, pero yo no se dónde para...Yo sólo miro a mi bb... Quiero darle de mamar, sino se va a dormir. Se lo vuelvo a decir a V, y ella vuelve a decirme que le de tumbada hasta que me haya mirado el periné, que puedo darle así. Yo le digo otra vez que no puedo darle tumbada en el sofá, que necesito incorporarme un poco, y ella vuelve a decir que ahora me mira.
Vuelve a hacerse pis encima... [¡Como se haga caca nos vamos a poner buenos los dos! ¿No dijo S que le harían un primer pañalito provisional para el 'piel con piel', con las gasas que he comprado?.]


A las 20h, V viene a mirarme el periné. No tengo ni idea de qué ha estado haciendo, creo recordarla recogiendo las cosas con N y me parece que ha estado haciendo las infusiones en la cocina para curarme y que me cure yo después.
Anhel está dormido desde hace mucho rato. Sin mamar. Lo pesa y mide, 48cm y 3000 grs: anota los datos en su cartilla sanitaria y se lo da a Héctor, que también hace piel con piel con él mientras me mira a mí.


Me dice que tengo un desgarro y que si quiero que me cosan o que se cure solo. Me lo enseña con el espejo [anda, ¡si aquí está el espejo!] para que vea que es bastante lineal y 'limpio', me dice que si no abro las piernas en una semana, se me cura sin coser. Yo ya no quiero más historias ahí abajo, hace mucho que ya parí, que saqué la placenta, que estoy en el sofá... ya no cosemos. Estaré una semana con las piernas cerradas, aunque me ha parecido un buen desgarro (como 1cm de profundidad y como una falange de largo, es de segundo grado, pero si dice que se cura, se curará).
Anna hace con los niños tres bizcochitos rápidos, los decoran y les ponen una velita, el 0, para celebrar que Anhel ha nacido. Nos queda una excelente experiencia del trabajo de Anna: los niños han entrado cuando han querido, han tenido las explicaciones que han necesitado y no han demandado nuestra atención porque han estado entretenidos. Gracias, Anna.

Me pongo de pie para subir arriba, a la cama. Qué sensación más angustiante, me ahogo, es como si la barriga me vaciase el aire de los pulmones. ¿Pero qué me pasa? Caminamos hacia las escaleras... me mareo. Jolín, qué floja estoy. V me dice que es normal, que de repente mi metabolismo tiene que adaptarse a seis quilos menos... pero yo pienso que eso pasa después de cada parto y de nuevo recuerdo el de Abril, donde no me sucedió nada parecido. Añade que ya no tengo la edad que tenía con Arian y Abril. (Jo, vale, es verdad... soy más mayor. Supongo que la cantidad de peso que he ganado en este embarazo y cómo me ha imposibilitado dan su fruto ahora también...) Finalmente llegamos a la habitación, me doy una ducha con ayuda de Héctor y me quedo en la cama. V y N me dicen que vendrán al día siguiente para verme y nos despedimos.

Al día siguiente V y N no pueden venir, tienen otro posparto, así que vienen un día más tarde. No me gusta, pero no digo nada. Me va preguntando por whats y me llama para ver qué tal estoy. Yo me siento  muy floja, muy débil. Anhel parece muy sano, estoy muy alerta de que no de ningún signo de sepsis, al haberme dado el estreptococo positivo durante el embarazo. Llamo a su pediatra para que me lo visite antes de la 'visita protocolaria' de los 15 días, para asegurarme de que está bien. Mama muy seguido, le cuesta engancharse y me duele mucho el agarre, que además se suelta muchas veces. V me dice que me lo pegue bien, que eso es la postura... Me dice que haga la postura de caballito para disminuir el dolor, me manda fotos de otras mamás con sus bebés, pero yo soy incapaz de hacerla, me faltan manos para sujetar y dirigir al bebé y sujetar y dirigir mi enorme pecho. Consigo darle de mamar con la ayuda de Héctor, sino es imposible. Qué aparatoso, qué frío. Yo no tengo esas tetitas redondas y perfectas que tienen las mamás de las fotos, no se hacerlo.

Un par de asesoras y dos IBCLC me dicen, al enviarles fotografías de su boquita, que Anhel tiene un frenillo sublingual de tipo 3, y que esa es la causa del dolor. V me hace la 2ª visita postparto, tengo el desgarro bastante bien, Héctor me lo cura cada día con las infusiones que me prepararon. Le explico a V lo del frenillo de Anhel, pero me insiste en la postura (hasta que comprueba que la postura es buena y aun así hace daño) y me dice que un frenillo 3 o 4 no es como un 1 o 2, que se puede dar de mamar perfectamente. [Bueno. Después de lo que yo pasé, que me digas esto es un poco heavy.]
Queda una visita posparto, pero me avisa el domingo por la tarde para venir el lunes por la mañana y no podemos, porque tengo que acompañar a Héctor a hacer unas gestiones para las que ya tenemos hora y yo tengo que ir, así que así se cierra 'el servicio'. En realidad me da igual porque sobre todo necesito apoyo con la lactancia y ya me ha dicho que los frenillos 3 y 4 no importan... Me dice que si necesito cualquier cosa la llame. No lo hago.

Héctor se asustó cuando comenzaron las contracciones del expulsivo. Se asustó cuando vio cuánto duraban. Pero allí estuvo, conmigo. Solo. A pesar de sentirse desamparado. El ha escrito su relato, donde también lo explica desde su punto de vista, y lo hemos hablado. Me dice que me olvide de la parte mala, que es lo que él ha hecho, que me quede con lo bueno. Pero yo no puedo, porque "la parte mala" es MI PARTO. 

Siempre pensé que una buena matrona ha de ser capaz de permanecer en un segundo plano, vigilando sin interferir si no es necesario. Pero una cosa es no darte ni cuenta de que están por ser discretas y otra distinta que no estén. No se qué hacían en la buhardilla, pero supongo que era muy interesante para ser más importante que lo que a mí me estaba pasando dos plantas más abajo.
Ojalá no les hubiera ofrecido la buhardilla nunca. Las infusiones, hinchar la piscina, y... por qué no, controlarme a mi, podía haberse hecho en todo el tiempo que estuvieron arriba.
Creo que tras un parto en casa, tratando a mujeres, en teoría ofreciéndoles apoyo como parte de tu trabajo, una llamada al mes de haber parido para recordarme la última dosis de vitamina K de mi bebé y preguntarme cómo estoy y/o evaluar la experiencia de la madre, no estaría de más. Pero no ha habido nada. 
No puedes no visitar a una mujer recién parida en las 24 horas siguientes porque tienes otro posptarto. ¿Acaso es más importante que el mío? ¿Incluso teniendo que vigilar a un bebé recién nacido por el Egb+?


Las pocas personas que saben cómo fue me dicen que hable con ellas. Yo no tengo ganas de hablar con ellas. No me siento 'maltratada', pero si siento que me fallaron y no quiero ir a decírselo porque ademas, creo que V ya lo sabe. Sabiendo como sabían que he pasado un embarazo donde he estado tocada emocionalmente, que me he sentido muy sola. Siento que era tan fácil que todo hubiese ido bien... y lo estropearon. V era la que más dirigía, a N se la veía 'menos rodada', pero la verdad es que era muy dulce. Si hubiese estado S creo que habría sido muy diferente, porque ella se había encargado siempre de 'focalizar' las cosas, de dirigirlas cuando se iban, de centrarse en mi cuando V no lo hacía. Mi sensación fue de que a V se le acumulaba la faena, que iba como por inercia dentro de un poco de caos, por la forma de pedirle cosas sin orden a N y de estar donde no debía cuando tenía que estar a otras cosas. Estoy casi convencida de que si S hubiese estado, como estaba previsto, mi parto no habría sido éste.

Mi periné tardó dos semanas en cerrarse. El agarre espontáneo con el pecho grande se hace mejor en posición sentada, 'me han dicho por ahí': el caballito no funciona bien con pechos grandes. Mi hijo tenía frenillo que hemos cortado con un mes, porque efectivamente, dificultaba la lactancia y su propia toma.
Hay un vídeo del parto... pero apenas se ve. Está todo oscurísimo, y la primera parte del nacimiento de Anhel no está grabada, porque mi marido fue a buscar a los niños, que querían ver nacer a su hermano. Nadie hizo fotos tampoco. Me apena que éste haya sido mi parto. Me cuesta ver partos en casa con dilataciones en la piscina, matronas masajeando lumbares, haciendo fotos del expulsivo (posible solo si son dos, claro) o del primer momento familiar, leyendo cómo los ventiladores las aliviaban del calor. Me cuesta leer el parto que yo creía que iba a tener en otras mujeres que no soy yo.
En cuanto Hacienda nos devuelva el dinero que nos tiene que devolver, le pagaremos a V la parte que queda del parto (hay que decir que fue flexible en cuanto a la forma de pago y si no fuese porque se me han quitado las ganas de pagarle, le estaría muy agradecida), y finalizaremos del todo una relación que no se bien cómo describir, pero que sin duda no volvería a repetir si pudiera volver atrás.

Gracias, amor. Fuiste mi punto positivo.


Puedes desactivar el sonido del blog al final de la columna de la derecha.

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

25 de julio de 2008

Help!

25/07/2013
Siempre he dicho que creo que me equivoqué de época al nacer. Yo tendría que haber nacido para vivir a The Beatles y a Abba, estos tiempos no me gustan. Hay quien dice que los años 60 eran años difíciles para alguien rebelde como yo... pero yo pienso que fueron precisamente los años rebeldes, donde la gente se unía ante aquello que creía.
Mi marido dice directamente que me habrían quemado como a Juana de Arco. (Jesús!) Que alguien me enseñe a dejar de 'merecer' la hoguera...
Me gusta casi toda la música, pero a lo largo de los años, sobre todo, ha sido una compañera infatigable de viaje.
A veces, te da por escuchar por primera vez la letra de algunas canciones que has tarareado mil veces...



Y sólo se te ocurre decir "Help!"




Puedes desactivar el sonido del blog al final de la columna de la derecha.

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

16 de abril de 2008

La soledad en el embarazo


 
16/04/2014
No es la primera vez que hablo de ello... la soledad y la falta de tribu durante el embarazo y la maternidad, la necesidad de un puerperio tranquilo... y este embarazo se está llevando la palma. Primero con lo del parto, el agobio profundo que me causó pensar que me quedaba sin parto en casa por un tema de pasta... una decepción tan grande que hizo que dejase de ser socia de epen, de dona llum, borré mi cuenta de facebook... recluída como un caracol, echa un trapo. Tanto tiempo informándome, colaborando, ayudando desinteresadamente, difundiendo... y cuando te llega el momento a tí, un puñado de euros te dejan como si no supieras nada. ¿Dónde quedan ocho años de tu vida que has preparado para este momento? Da igual los años, da igual los libros leidos, da igual la informacion que manejes, lo que sepas, lo que hayas hecho... Me sentí "abandonada" por la causa que llevo años defendiendo, hundida y aterrada de pensar en que mi bebe tuviera que nacer en un hospital. Menos mal que tras unas semanas horribles, el tema pudo solucionarse o aun estoy llorando por ello: una cesárea previa y un hospital no son buenas alianzas para un parto decente.

Me dijo mi matrona de la SS un día que una mujer embarazada es una Diosa creadora, dadora de vida, y que como tal debería ser tratada. Yo entonces me sentía "fantabulosa" y feliz le decía que sí, que así era. Pero no es esa la realidad, ni de lejos, que se vive en muchísimas ocasiones.

Si se buscan las palabras "soledad" y "embarazo" juntas en google, casi todas las historias que salen son de mujeres que han sido abandonadas o bien han roto ellas la relación durante el embarazo y han de enfrentarse a la maternidad sin una pareja al lado. Pero, ¿y qué ocurre cuando la relación no está rota, pero aun así la mujer pasa el día sola, y lo que es peor, SE SIENTE sola? ¿Y qué ocurre si la mujer tiene más hijos? ¿Y qué ocurre cuando además no hay madre, ni hermana ni amiga que venga a traer un tupper de comida un día y a llevarse a los niños toda la tarde para que puedas desconectar... nunca? ¿Cuando esa mujer se siente sobrepasada...?

Cuando leemos relatos realistas sobre la maternidad, siempre se hace alusión al papel de las abuelas, esos seres entrañables que hay que mantener a raya pero que se encargan de aligerar a la familia cuando necesita un respiro. "Piensa que de las labores del hogar se ocupan las abuelas", decía Alba... Qué ridículo suena cuando no hay abuelas ni nada que se le parezca. Cuando piensas en el momento en el que a tu marido se le acaben los días de permiso y te entran ganas de llorar... y lloras. Mucho. Porque te ves sola, muy sola, con dos niños que dan mucha guerra y un bebé que sabes que por supuesto te va a reclamar al 200%. Con sus actividades, sus colegios, casa y estudios entre tetada y pañal, hayas dormido o no en toda la noche. Todo eso 'está bien', pero no 'está bien' que sea sola.

No es que quiera venir a llorar... es que necesito escribir sobre ello y desahogarme. O si, qué leches, necesito llorar porque siento que soy una válvula a presión y estoy a punto de rebentar... Porque si, se que soy una coctelera llena de hormonas, pero eso no me quita razón. Tengo la tremenda suerte de tener un amor de hombre a mi lado, siempre nos hemos encargado de las cosas los dos juntos, tenemos una buena relación y nos queremos mucho. Pero somos lo único que tenemos, hace mucho tiempo que supimos que no podíamos contar con nadie más. Que nuestro día a día es "apáñatelas como puedas" y que no hay nadie al otro lado del teléfono que contenga y abrace o esté dispuesto a venir si hace falta... (esas cosas que hacen las abuelas, por ejemplo.. o al menos mi madre lo hacía. Y si no es una abuela es una hermana, o una suegra, o una amiga o una tía). El caso es que por motivos "x", el mozo que tengo al lado se pasa 12 horas en el curro cada día, además en jornada partida, y yo me paso el día sola con mis niños, mi barrigón y mis hormonas. Y algunas cosas no puedo hacerlas... y las dejo para cuando llega él, que viene agotado y su mujer le tiene un regalito o dos por hacer. Tan hecho polvo que hace meses y meses que no te toca y tu te sientes aun más gorda y fea de lo que estás. Y encima la mujercita aprieta las tuercas: "¿Cómo lo vamos a hacer cuando nazca el bebé? ¡Esto no puede seguir así, te necesito!" Así que él se agobia más de lo que ya está por el omnipresente trabajo, y en muchas ocasiones, lo único que haces es alejar a quien más necesitas, a la única persona que tienes a tu lado, o descargar tu ira y frustración contra él.
¿Dónde se ha visto que se bata récord de facturación en tiempos de crisis, cuando los clientes pagan la mitad (y exigen el doble) en diez años que llevamos aquí y con un trabajador menos? Pues aquí, aquí... Dando gracias porque tiene trabajo pero maldiciendo su puesto, su 'horario', su sector y todo lo que se pueda maldecir porque no es justo, porque no se puede vivir para trabajar, ¡se tiene que trabajar para vivir! Me quejaba porque entraba el primero y salía el último... y por quejarme, añade dos o tres horas más cada día (y pensaba que eso no era posible, ja).
Y recuerdas cómo te dijo "podemos, cariño, saldremos adelante, siempre lo hacemos". Y ahora entiendes: "te lo vas a comer solita como esto siga así, chata". Y te entran ganas de echar marcha atrás, de no dejar venir a este bebé, de no quedarte embarazada... y oh, ¡cómo te hace sentir eso! Es la guinda del pastel, sin duda. Tanto tiempo deseándolo, tanto que lo quieres y cómo te hace sentir que si pudieras no te quedarías embarazada porque lo estas pasando fatal y sabes que lo peor aun está por llegar. Así que no puedes evitar sentirte engañada, estafada... sentir que esto no es lo que esperabas, que la situación en el trabajo, lejos de mejorar, empeora, cada vez más horas y más horas... que además no se pagan. Y tu te ves en un barrizal que ni sabes por dónde ha venido, pero que desde luego, no era el plan. Si, sabías que no iba a ser fácil, pero no una carrera de obstáculos con grado de dificultad XXL. Necesito a mi marido y mis hijos necesitan a su padre, ¡tampoco pido tanto!

Sabes que tu bebé te va a necesitar... y que tú sólo vas a tener para ofrecerle a una madre loca de la vida, corriendo de aquí a allá todo el día, que intentará compensar la falta de paz con mucho porteo y mucho amor... y que eso no es suficiente. Y a otros dos hijos con una madre estresada que no estará a la altura hasta que el bebé deje de demandar tanto, y sabes que eso tampoco es justo. Y no te quieres ni imaginar a un bebé que mame como la niña, durante una hora y a cada hora del día y la noche... porque no sabes cómo se soporta eso con dos hijos más, en colegios diferentes, con actividades diferentes y horarios diferentes. Y te ves en medio de la toma: "vamos, nene, que es la hora de ir a buscar a tu hermana, que papá trabaja!!!. Y él llora, porque claro, siente tus nervios, y lo sacas de la teta, y te vas pitando, con un bebé que llora a medio comer... coche arriba y coche abajo. Y luego de vuelta: "vamos, nene, que hemos de ir a buscar a tu hermano, que papá trabaja". Y luego los deberes, y los baños... y a las 9, cuando por fin has acabado un horroroso día más... llega papá. Ah, ¡y tu! ¿Tú? Deja, no hay tiempo para eso... ya lo pensaremos de nuevo en... no se, diez años.
Lo único que me consuela es que cuando nazca, Héctor estará un mes con nosotros. Y que después, los niños seguirán de vacaciones y yo tampoco tendré curso, así que (menos mal, ¡menos mal que eso si nos salió bien!) tendré casi cuatro meses para estar por el bebé y los niños se pasarán el día en la piscina, sin horarios inflexibles que cumplir. Casi mejor olvidarme de 'la vuelta al cole' por ahora o me colgaré de un pino antes de que llegue...

De momento has firmado un contrato "fijo", de los de antes, con absoluta disponibilidad para tres jefes diferentes durante las 24 horas del día, los 365 días del año y has renunciado expresamente a dedicarte media hora de gratitud "hasta fin de obra o servicio". Y en realidad eso no me importa... el problema es que sola no puedo, que necesito un poquito de ayuda. Y que además, ves que tu cuerpo te pide que pares, que tu bebé te lo está gritando y que no le haces ni caso. Que no te dejan hacerle caso, que nadie ve ni siente esos gritos que a tí te ahogan desde dentro, y te mueres de miedo porque tienes una sensación extraña. Porque no sabes si esa sensación es que vas a echarlo antes de tiempo, si es que va a nacer demasiado pronto... o qué es. Que te pasaste el primer trimestre con pérdidas: "eh, como no bajes marchas me voy de aquí, mamá", sabes que era lo que había que leer. Y ahora un esguince, y cuando el esguince mejora, luego te vuelves a torcer el tobillo por el mismo sitio. Y además añade el dolor mortal este del pubis que me tiene hecha polvo... Oh, si, la sangre impresionó, la sangre hizo que todos nos asustáramos y se forzase el descanso para mamá. Pero ahora no hay sangre, ahora 'no pasa nada', ahora no nos podemos permitir a una mamá embarazada, esta casa necesita una mamá funcional y operativa, con esguince o sin él, con contracciones o sin ellas, con 'pubalgia' y sin ella. Y recuerdas a Vanessa, la comadrona, diciéndote: "¿Necesitas sangre para parar? Porque si la necesitas, la tendrás. Este bebé te pide que pares, te dice que este esguince es él, que tienes que bajar marchas"...
Si mamá llora es 'normal' por el embarazo, tooodo es normal por el embarazo. Papá 'entiende' que estés mal... ¿Pero qué es lo que entiendes, papá?
Y te sientes atacada, con angustia, con ansiedad... porque tus dos hijos, lejos de entender la situación y portarse mejor o cuidar a mamá, o incluso lejos de portarse "decentemente" como [casi]siempre, están hechos unos locos que no paran de discutir, de chincharse, de gritar, de llorar, de correr, de "¡mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!", de "¡mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaá!!!". Y tu piensas en contar hasta diez. Y cuentas. Y luego hasta 30. Y cuentas. Y todo por dentro te da vueltas como en un centrifugado y al final acabas: "¡¡¡paraaaaad yaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, por favooooor!!!" Y eso te cuesta una hora de ansiedad y otra hora para tranquilizarte... horas de paz de las que normalmente no dispones. Quiero (me esfuerzo, de verdad) en pensar que esta locura es propia de los mismos nervios por la llegada del bebé. Y quiero (me esfuerzo aun mas, de verdad) pensar que una vez todos acomodados a la nueva situación, se calmarán.

Ya, ya se que será el percal de cualquier mamá con más de un hijo. Y que seguro que habrá alguna por ahí que tampoco tenga a su madre o a alguien al lado: Querida, juntémonos, por favor. Hagámonos de tribu mutuamente si existes de verdad. Te necesito. Me necesitas.

Y una piensa, y piensa... demasiado. Y llega a la conclusión de que o es muy mala persona que no merece nada, o tiene muy mala suerte, oye. Porque intentas estar ahí para quien te necesita... y aunque normalmente no le das importancia, la gente te lo dice, te lo agradece... Pero cuando tú necesitas a alguien... ¿hola??? ¿holaaaa?. Parece que todo el mundo está divorciad@, o divorciándose, o le va fatal esto o aquello... y que como tú, bastante tienen con lo suyo como para cargarse más al lomo... (porque esa es otra, has cerrado puerta a problemas ajenos, no puedes más que con tu alma y a duras penas... y eso también te hace sentir mal, aunque tengas las cosas claras). Da igual que tu hayas estado ahí cuando se te necesitó, ahora no hay nadie para tí. Y se que hay gente... pero que ahora mismo tiene bastantes problemas como para ir a contarle los míos. A veces creo que la gente me ve tan autosuficiente, me saco tanto las castañas del fuego, me busco tanto la vida, que parece que nunca jamás precise de atención en sentido inverso. Y no es justo, no me quejo de apañarme siempre y ayudar a los demás, de verdad que no... pero tampoco me voy quedando embarazada cada año, también tengo derecho a necesitar un poco de atención una vez, a que se me llame para preguntarme cómo estoy, ¿no? O quizás es sólo una forma de maquillar esa posibilidad que duele en lo más profundo, que no eres merecedora de cuidados, mimos o algún tipo de gratitud. Que eres una mala persona que no está recogiendo más que el fruto de lo que ha sembrado. Y que debes haber sembrado semillas podridas y vacías porque no hay nada por recoger. Hoy, que sí necesitabas recoger algo... que te da igual cosechar gratuítamente siempre, pero hoy, que sí necesitabas recoger algo, no hay nada. Porque no, no necesitas un café con alguien que no entiende ni jota de cómo te sientes, necesitas TRIBU: sentirte comprendida, arropada y sostenida.
He de decir que hay dos personas cercanas que creo que me quieren y me han llamado varias veces e intentado verme porque saben que algo no va bien... pero con una de ellas básicamente no tengo nada en común (su vida y la mía son como la noche y el día) y ahora no me apetece nada tener que hacer que comprenda cómo me siento y que además quiera tener la razón; la otra tiene tanto lío personal y tanta empatía que desahogarme con ella la ahogaría a ella un poco más y tampoco es justo.

La cuestión es que esto está montado fatal. Que me preguntaba el otro día mi comadrona qué necesitaba, y yo tajante le dije "una madre", a lo que ella respondió que también querría tener a su madre aquí y no la tiene, que nos tenemos que adaptar a lo que hay. Ya, si llevas razón. Pero hay un abismo entre tenerla a unos cientos de quilómetros o tenerla muerta, querida. Si yo llamo a mi madre por teléfono estando como estoy, se viene desde donde haga falta (aunque en realidad estaría sin haberla llamado). El problema es que no hay donde llamarla. Y hay un abismo entre tener a "alguien" y no tener a nadie. Y cuanto peor estás, menos ánimos de salir a ningún grupo de apoyo/maternal con casi desconocidas tienes...
Tampoco ayuda tener un padre que no te ha preguntado ni una sola vez por el embarazo y el bebé que llevas dentro, que ni sabe que es un niño, que a veces hasta dudas de la existencia de aquella conversación (tan nítida en tu memoria) en la que le decías que estabas embarazada y él como todo "felicidades" te decía: "que esté bien, que ya no eres una niña, que salga bien, que ya no eres una niña". (Oh, gracias, papá, ahora me acabo de dar cuenta de que los 35 me convierten en una anciana con altas probabilidades de que todo vaya fatal: yo también estoy contenta por este bebé, gracias). Bueno, en realidad siempre fue así... si ya lo sabes, que no es nada nuevo, si nunca estuvo...  Pero me entristece sólo pensar lo que cada vez tengo más claro que va a suceder: enviarle un sms con una fotografía de mi bebé recién nacido y decirle: "Es Anhel, tu nieto. Ese por el que no has preguntado ni una sola vez, acaba de nacer". Así que duele que todo el mundo tenga cosas más importantes que hacer que tú. Que tú no seas importante más que para quien se pasa 12 horas en el trabajo y te tengas que comer tus propios mocos, porque ni tiempo para lamerte las heridas tienes, cuando deberías "ser tratada como una Diosa dadora de vida".(Y tampoco pido eso, solo un poquito de atención)



Puedes desactivar el sonido del blog al final de la columna de la derecha.

Licencia de Creative Commons
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.

16 de enero de 2008

Mariposas en el alma



Hoy es 16 de enero de 2013. No se cuándo publicaré esta entrada, pero espero poderla publicar un día no muy lejano, porque significará que algo muy grande va a suceder...

Estoy cobrando del paro hasta verano, después de pasar tres años horribles con horarios imposibles y trabajos basura e inestables que nos han hecho vivir una vida de auténtica locura y padecer ansiedad a cada uno de los habitantes de nuestra casa. Llevo en casa desde este verano. No se paga con dinero la mejora en nuestra calidad de vida. A mi marido le estaba costando la salud (literalmente) el ritmo que llevábamos, el estrés de su trabajo con horarios interminables, sumado a la tremenda carga que soportaba con casi todas las responsabilidades de los niños. No se paga con dinero. De verdad que no.
No encajo en la mentalidad de esta sociedad, donde hay que trabajar para tener mas y tener más para trabajar... cuando lo que más vale de todo lo que podemos tener en esta vida no cuesta ni un euro. Mis mayores tesoros son mi familia y el amor de mi marido. Sin duda.

En 2007, por motivos que no vienen al caso, un familiar de primer grado se tuvo que venir a vivir con nosotros y por resumir, tuvimos que comprar una casa más grande.

En 2006 nació nuestra pequeña Abril. A los dos meses de haber nacido, comenzamos a pensar en nuestro tercer bebé. Pero ese bebé concebido en el corazón desde aquél momento no se había podido fecundar porque la casa y todos los gastos extra que conlleva, no nos lo permitía. De habernos quedado en nuestro piso, tendríamos un benjamín de unos 3 años ahora mismo, pero esa errónea decisión sobre 'el familiar' y la casa nos había condicionado en algo tan, tan importante como la familia. Cuando además estamos solos en esta ciudad y no tenemos familia aquí que nos pueda ni quiera ayudar, es algo bastante triste. Cuando no fue cuestión de aspirar por encima de tus posibilidades, sino que cometiste un error en una decisión equivocada y haciendo un sacrificio enorme por alguien que no merecía nada...

Desde entonces, ese bebé concebido pero no fecundado nos ha estado recordando que estaba ahí continuamente. A rachas, alternando entre mi marido y yo, y a rachas, apoyándonos el uno en el otro para intentar quitárnoslo de la cabeza.

Este año decidí aprovechar que estaba parada y volver a estudiar. Parece que todo se me haya ido dando favorable para que surgiera así. Parece que tengo un ángel ahí arriba que me susurra 'vamos, cariño, no dejes pasar esta oportunidad, puedes hacerlo, estoy contigo aunque no me veas, te lo debes... y sabes que nada me haría más feliz'. Apunto alto, pero con un camino que pienso hacer bien hecho, sin prisa pero sin pausa. Y soy muy optimista y positiva, tengo muchísimas ganas de cumplir este sueño. En este primer escalón de mi escalera personal, me examino justamente el día que ese ángel que tengo en el cielo, mi madre, cumpliría 57 años: el 27 de abril.

Ayer le enseñé este gracioso vídeo a mi marido, y aunque le gustó, no hizo ningún comentario al respecto ni yo esperaba nada especial:



Hoy fui a tomar un café con él tras dejar a los niños en el cole. Me gusta sacarlo de la oficina unos minutos y disfrutar de su compañía, ahora que puedo. A cuento de uno de sus compañeros que espera un bebé 'de penalti', le dije que yo creía que a nosotros nos acabaría pasando eso. Que daba igual que pusiéramos medios, que ese bebé estaba ahí llamando a la puerta aunque no lo quisiéramos dejar pasar. (Aunque yo me estuviese forzosamente intentando hacer a la idea de que era una posibilidad que se desvanecía en el vacío y que tendría que aprender a vivir con la pena de no volver a gestar un bebé ni amamantarlo u oler ese dulce y maravilloso olor a vida... sin verlo crecer).

- Ah, quería hablarte de eso. Ayer después de ver el vídeo lo pensé: ¿Qué nos lo impide? ¿El dinero? Siempre hemos salido adelante, no necesitamos grandes cosas para ser felices...

- Qué dices...! Y yo sin trabajo, y ahora que he vuelto a estudiar... y tu sabes que o paro en casa o no paro, y son 2000 euros! Además, ¡las habitaciones de los niños! ¿Dónde metemos a otro? Se las acabamos de poner nuevas, y son para UNO!

- Bueno, pues los ahorramos. Y seguro que puedes acabar de estudiar. Seguro que salimos adelante... Pero si no lo tenemos, nos vamos a quedar con esa pena toda la vida, y ¿qué nos lo impide? De momento estará en tu barriga, luego en nuestra habitación, y después... pues ¡ya veremos!

- ¿Pero tú sabes lo que me estás diciendo??? ¿Me lo dices en serio???

- Yo se que ahora no me vas a decir nada... pero se que le vas a dar vueltas, y vueltas, y vueltas... y veremos qué me dices dentro de unos días. No se si te has dado cuenta de que te estoy pidiendo otro hijo.

- Peeerooo... ¡NO ME PUEDES DECIR ESO!!! ¡NO PODEMOS!!! ¿Cómo...? ¿Cómo vamos a hacerlo? Y la pasta... Además, no tengo ganas de tener que aguantar según qué comentarios familiares ni darle explicaciones a nadie!

- ¿Y qué? Me da igual. Paso de lo que puedan decir, yo tengo la conciencia tranquila.

Así que descolocada, shokeada y con el previo plan de ponerme a estudiar historia y geografía al llegar a casa, me quedo en babia toda la mañana. "No podemos... no puede ser... es mucho dinero... No, seguro que no lo ha pensado... Además, acabamos de cambiarle las habitaciones a los niños, ¡nuevas las dos! Y son sólo para uno... no los podríamos juntar. Imposible, definitivamente no pienso cambiarlas, faltaría más!

Sigo en babia. Recurro a mis queridas locas 'del monotema' apelando al sentido común. Sorpresa absoluta, recibo alegría, ánimos, ofrecimientos. Estoy descolocada.
Me siento en el sofá mirando los minutos pasar en el reloj que tengo delante. Bueno... ¿qué necesitaríamos? La pasta para el parto. Eso es innegociable, sin pasta ni me lo planteo. Bueno... tampoco es tanto, se puede ahorrar, no? ¿Qué más? Bañera... sacaleches... ropa de cuna... hamaca... esterilizador... trona... humidificador... ropa de maternidad... cochecito... Vaya! Lo tengo todo guardado de Abril! No me he atrevido a regalarlo, venderlo ni darlo por esa pequeña esperanza que se negaba a irse de mis entrañas...
¡Las habitaciones nuevas de los niños!¿Dónde metemos al bebé cuando crezca?... Bueno, en realidad tenemos una habitación libre arriba (que utilizamos para los invitados gracias a un sofá cama), donde pensábamos poner un proyector... Es la más grande de la casa y encima tiene terraza, tampoco creo que fuese un suplicio para ninguno subirse allí, no?

La pasta... uf, no tengo ganas de aguantar comentarios de nadie que me juzguen. ¿Y si le decimos a los familiares de lenguas afiladas que ha sido 'sin querer'? ¿Que "ha venido solo"? (...)

Comienzo a sentir mariposas en el alma.
Existe la posibilidad. Existe. ¿Existe? ¡¡¡EXISTE!!!

Voy a buscar a los niños al cole, se me ocurre preguntarles si a ellos les gustaría tener un herma... "¡¡¡SIIIIII!!!", gritan al unísino sin dejarme acabar.
-A2: Vas a tener un bebe en la 'panxa', mama? Yo quiero... lo vas a tener??? Porfi... 
-A1: Mama, por qué nos lo preguntas... en serio?
-A2: Tete, tu quieres?
-A1: Pues claro!
-A2: Mami, lo vas a tener??? Porfi!!!
-A1: Mamá, por qué lo dices? Eh?

-El papa me lo ha pedido

-A1: ¿EN SERIO??? GUAUUU!!! GUAUUU!!!

-Bueno, tranquilos, de momento no vamos a tener nada. Además, ¿dónde lo metemos?
-¡CONMIGO! Vuelven a gritar al unísino. ¡EN MI HABITACIÓN!
-No, no se puede, vuestras habitaciones son para uno... pero ¿alguno de vosotros estaría dispuesto a subirse arriba y cederle su habitación al bebe?
-A1 y A2: ¡YO! ¡YO!

Estoy en shock. ¿De verdad que eso de que 'si deseas algo con toda tu alma, el universo entero conspira para que lo consigas', no es cierto?
Llegamos a casa entre saltos. Abril me pregunta cómo entra un bebé en la barriga. Le hago un croquis sobre la fecundación. Me pide el vídeo de su parto, se lo pongo. Me lo pregunta todo, por primera vez. Luego quiere un vídeo suyo tomando teta, se lo pongo.  Luego observa lo bien que la cuidaba su tete. Después el vídeo de nuestra boda. No hay duda de que está emocionada...

Bueno, necesitaríamos una cuna-cambiador,y pienso en otra opción, la famosa cuna de Ikea que se puede adaptar para hacerla de colecho; la que me gusta cuesta 150€, con dos cajones abajo. Tengo la cómoda-cambiador de Arian guardada, y la ropa de cuna de Abril también. Ale, habitación hasta los 3 años por 150€.

Vale, tener un hijo nos cuesta 2.000 + 1.000 euros máx. de todas las cosas que tengamos que comprar. No es tanto, no? Él sería para toda la vida... Además, al llevarse tanto entre unos y otros, no se nos montarían las clases de música, ni las de deporte, ni la universidad... porque cuando acabe uno, comenzará el otro. Caigo en el Carnet de Familia Numerosa: todos los impuestos se reducen al 50%, y la Universidad también. Sólo con lo que nos ahorramos de IBI, compramos las cositas como ropa que pueda necesitar el bb.

Las mariposas se han multiplicado.

Decididamente, le decimos a [parte] de la familia que ha sido de penalty y así nadie nos dice ni mu. No tenemos ganas de ser juzgados ni tener que dar explicaciones.

Deseo un hijo. Lo quiero. Mi marido me lo ha pedido. Tenemos un sólido matrimonio, somos trabajadores, nos amamos, nos protegemos, nos apoyamos. Quiero volver a estar embarazada. Quiero parir. Quiero sentir el olor a vida. Quiero amamantarlo. Quiero dormirme escuchando su respiración. Quiero cambiar pañales, volver a vivir primeras palabras, primeros pasos. Quiero un hijo. Quiero que mis hijos se tengan entre ellos, que tengan una familia cuando nosotros no estemos. Quiero nietos, un montón, todos los que me quieran dar. Y disfrutarlos. He de conseguir sacarme lo que quiero estudiar, eso me permitirá tener un trabajo decente, con un sueldo digno, haciendo algo que me encante y que me permita ayudar a mis hijos con los suyos si me necesitan. Que no estén solos como nosotros.
Me da igual lo que sea, no lo querré saber. Niña o niño, qué mas da! ¡Es un hijo! Héctor tampoco. Que esté sano, será una maravillosa sorpresa el día que nazca.

De momento, no hay proyector para la habitación de arriba, queda abortada la misión. De momento, seguimos el plan de quedarme con los niños todo este curso escolar mientras yo estudio mi primer año. Comenzaremos a ahorrar esos 3000 euros. En septiembre busco trabajo, a ver qué tal. Y decidimos. Decidimos cuándo encendemos el horno de tiernos brioches. Ese hornito al que tanto cariño le tengo, el que me da dado dos maravillosos hijos y quizá me de un tercero.

Y aquí finalizo esta entrada, el 16 de enero de 2013.



21 de enero de 2013:
Está decidido, ¡¡¡nos liamos!!! Esperaremos hasta octubre, esperando 'hacer puntería' a la primera como con A1 y A2, para que nazca en julio, que no me pille el parto antes de exámenes y pueda estar con el bb en exclusiva tres meses antes de que comience el curso de nuevo. Mi nuevo fondo de pantalla:




17 de febrero de 2013:
¡Esta espera se va a hacer muuuy larga! Ya he ido recopilando todas las cositas que tenía prestadas, ya me he hecho una lista con las cosas que tendremos que comprar, a partir de marzo comenzamos a ahorrar. Me miro vestidos premamá de verano, primeras mudas de bebé... mis peques nacieron los dos en invierno, así que no tenemos ropa de verano. ¡No veo el momento de volver a tener vida en mi interior! Ya hemos decidido el nombre de niña: África. Con el de niño parece misión imposible...
Hoy rescato esta 'visualización' que me creé en enero de 2011. Todo lo económico sigue en trámites, jeje... El resto, lo importante, se va materializando. Poco a poco.



Sigue "Tu 27"